Abrieron la noche THE MACHINE, un trío de Rotterdam (Holanda) cuyos ritmos son aplastantes y enérgicos como pocos. El derroche de potencia del batería Davy Boogaard, el sobrecogedor bajo de Hans Van Heemst y las enigmáticas melodías del guitarrista y vocalista David Eering hacen temblar el suelo que pisan en cada uno de sus temas. Desde que formaron la banda en 2007 han publicado cuatro discos, el último Calmer than you are (2012). Su sonido en directo es un calidoscopio de ritmos pausados y frenéticos que atrapan al oyente en un espiral de puro stoner, mayormente instrumental, con grandes solos y momentos de improvisación capaces de conducir los movimientos de tu cuerpo y llevarte a un plano de conciencia donde sólo ellos tienen el poder.
Con una sala abarrotada, cosa muy grata pero difícil de ver un martes, subían al escenario SUNGRAZER. Si el espacio se nos había quedado pequeño con sus predecesores, ellos llevaban todo un arsenal de psicodelia sobre una base de riffs contundentes y atrayentes melodías en una espectacular sinergia instrumental y vocal del guitarra Rutger Smeets y el bajista Sander Haagmans. El trío holandés se completa con Hans Mulders, cuya batería parece danzar al son que le marcan sus tendones sin apenas pretenderlo. Toda una experiencia altamente adictiva enmarcada en un show muy cercano a su público.
Además de ser paisanos y practicantes del mismo género, el motivo principal que une a las dos bandas holandesas es el reciente estreno de un trabajo conjunto que vio la luz el 14 de Febrero y cuyo nacimiento están celebrando con una gira europea: Strikes & Gutters Tour. Esta fue la primera de las cuatro fechas en España, si queréis un hueco entre el público podéis buscarlo estos días en Alemania (por ejemplo: 2 de Marzo en Münich). Como anécdota conjunta, pudimos ver la gran colaboración como percusionista de Sander en uno de los últimos temas de sus colegas The Machine a cargo de una botella de refresco y con la motivación del que está tocando una virtuosa pieza de violín; típicos momentos del directo que quizás no tengan un gran significado pero que no tienen precio.
Los encargados de culminar una noche en la que se rompieron los moldes de un humilde compás, fueron los madrileños EL PÁRAMO. No por tenerles más cerca deberíamos pensar que su papel está entre los teloneros, porque señores, este era el plato fuerte con el que quemar las energías que quedaban en el ya sudoroso ambiente. Semejante despliegue instrumental nos dejó boquiabiertos y sin derecho a estarse quieto. Todo un viaje chamánico a las sinuosas entrañas del rock guiados por las ardientes guitarras de David y Jorge, el espeso bajo de Santi y las pesadas baquetas de Santi (no es una errata, son tocayos). Un disco homónimo y una alucinante puesta en escena son su carta de presentación para dejarse inyectar su stoner instrumental hasta perder la noción del tiempo. Nuestra impresión: ¡Sublimes!
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